¿Qué sabemos sobre la igualdad? ¿Cobran igual hombres que mujeres? ¿Existe discriminación a la hora de contratar? ¿Usamos un lenguaje sexista? ¿Es igual conciliar para un hombre que para una mujer? ¿Somos corresponsables en el hogar?
Se crea mucha polémica sobre los temas de igualdad, más si cabe en un 8M como el de este año. Sin embargo, todavía estamos muy lejos de que exista una igualdad real. El informe del Foro Económico Mundial del 2016 estimaba que la igualdad de género podría retrasarse 170 años, hasta el 2186, al frenarse de forma drástica los avances en esa materia.
Si a esto sumamos todos los retrocesos que se generan en las crisis en materia de igualdad resulta que este 8M se convierte en un momento histórico, en el que más que nunca hay que seguir luchando. Ahora bien, no creo que sea necesario la exposición a la covid-19, ya que todos nosotros podemos hacer muchas cosas en el día a día para disminuir estas desigualdades.
¿Qué podemos hacen en nuestro día a día para promover la igualdad?
1. Educar en igualdad. Educar en igualdad significa, entre otras cosas, formarse en temas de igualdad para poder entender cuáles son las demandas del feminismo. ¿Por qué digo esto? Pues porque mucha gente piensa que el feminismo es lo contrario del machismo, y nada más lejos de la realidad. El feminismo es una corriente que busca la igualdad entre hombres y mujeres, mientras que el machismo es cuando se considera que el hombre tiene más derechos o es mejor que la mujer. Así que todas aquellas personas que intentan “insultar” a las feministas aludiendo que hacen lo contrario del machismo, deben saber que la palabra correcta es hembrismo, no feminismo.
2. Erradicar los estereotipos de género. Los estereotipos de género están muy presentes en nuestra cultura, y por ello es tan difícil identificarlos. Es más, aquí hombres, e incluso mujeres, pueden trasladar los estereotipos de género en su día a día sin darse cuenta. Y así vuelvo a la parte de la formación y sensibilización, tan necesaria para entender de qué manera somos machistas sin ser conscientes de ello. Os pongo algunos ejemplos de estereotipos de género en diversos ámbitos.
A) Estereotipos de género en la familia: Imaginaos un hombre que riñe a sus hijos porque han hecho algo malo, entonces les grita para llamarles la atención. Este gesto es visto por muchas personas como “educación”, es una figura de autoridad que se preocupa por sus hijos y por eso les grita. Pues bien, el mismo gesto cuando lo hace una mujer lleva ya la etiqueta de “histérica”, pues para educar decimos que no hace falta gritar.
Otro estereotipo de género en la familia, y este es uno de los que más culpable hace sentir a las mujeres, pues está muy arraigado culturalmente. Un hombre que trabaja muchas horas y dedica poco tiempo a la familia, pues su trabajo lo absorbe, se dice que es un proveedor para su familia, es lo que se supone que tiene que hacer, traer dinero a casa. Ahora bien, si es la mujer la que pasa muchas horas trabajando para cuidar de su familia, entonces ella es una malamadre.
B) Estereotipos de género que tenemos en nuestra sociedad. Los hombres tienen que ser valientes, dominantes, independientes, fuertes… Mientras que las mujeres son sentimentales, dependientes, frágiles, dulces, sumisas… y esto parece que lo llevamos en el ADN, y cuando no somos como se supone que debemos ser en la sociedad, pues surgen complejos, inseguridades, miedos, etc. Digamos que no nos hacemos bien asumiendo el estereotipo de género que nos marca la sociedad.
C) En la publicidad también hay estereotipos de género: anuncios de detergentes para mujeres y de licores para hombres, por ejemplo. Pero esto no es lo peor, lo más grave es que cuando se anuncian juguetes ya vienen con colores rosa/azul dependiendo de si es niña o niño, y no solo eso, cuando vas a comprar juguetes a una juguetería lo primero que te preguntan es si es para un niño o una niña, cuando esto es indiferente, los juguetes son para jugar.
D) Tenemos estereotipos de género en la medicina, si no os lo creéis haced la prueba. Si preguntáis a una persona cualquiera por los síntomas de un infarto os dirán sin titubear dolor en el brazo izquierdo y dificultad para respirar. Esto es cierto para los hombres, pero si una mujer sufre un infarto los síntomas son distintos, tendrá dolor en la garganta y en el pecho, y puede que este desconocimiento de los síntomas en la mujer la limiten a la hora de acudir al médico.
E) Tenemos estereotipos de género en la IA. Alexa, Siri, Cortana, Irene… son voces de mujeres con las que interactuamos. Ellas son nuestras asistentes serviciales, y la Unesco nos dice que esto acabará sancionando a las mujeres reales por no comportarse como tales, asistentes que nos solucionan los pequeños problemas del día a día.
F) Nos encontramos estereotipos de género en la prevención de riesgos laborales. Así, en muchas profesiones que están masculinizadas es muy difícil encontrar EPIS adecuados para mujeres, pues no suelen fabricarse por el elevado coste que supone para la poca demanda que hay, y eso quiere decir que es casi imposible encontrar calzado de seguridad para andar en obra del número 36, y lo mismo pasa con los chalecos antibalas, donde incluso se ha llegado a expedientar a mujeres policías por negarse a llevar chalecos antibalas para hombres, y creo que todos sabéis que un EPI (equipo de protección individual) debe adaptarse a la persona.
G) Estereotipos de género en las relaciones, tan peligrosos que pueden darnos muchos problemas si no les ponemos freno. Te dicen que si un hombre te pega es porque te quiere, eso de los que se pelean se desean ha hecho mucho daño, también que lo hace por tu bien, o que si lo hace es porque eres demasiado guerrera… En fin, cualquier justificación es buena para hacer culpable a la víctima, y regreso a la educación, pues estos comportamientos no admiten justificación.
3. Escuchar a las mujeres que tienen una historia que contar. Parece que si una mujer dice que le pagan menos en su empresa siempre aparece alguien diciendo lo contrario, como si no tuviese importancia lo que dice. Es como si los hombres tuviesen miedo de aceptar la realidad, y mejor es taparla y seguir obviando lo que sucede. Yo me pregunto, ¿hasta cuándo? Porque hay algo que a mí personalmente me sorprende mucho: el escalofriante dato de que todo el mundo tiene una madre, igual no un padre, pero una madre sí, y solo por este hecho debería preocuparnos a todos el bienestar de las mujeres, pues aunque no lo queramos forman parte de nuestra vida, así que todos deberíamos ser feministas si nos importa nuestra madre, nuestra hermana, nuestra pareja, nuestra hija…
Los datos de la desigualdad
Y para terminar, os daré datos, esos datos que parece que nos cuesta entender, porque decir que vivimos en el siglo XXI y que todavía existe desigualdad y machismo queda feo, pero los números están para algo. Hay dos opciones: buscar excusas para justificarlos o trabajar para que mejoren y logremos vivir un país más equitativo, más igualitario, y más justo si es posible.
En España somos 47.351.567 habitantes según el INE de los cuales el 51% son mujeres. En febrero de este año, el paro ascendía a 4 millones de parados, correspondiendo el 57% a mujeres. Este dato es muy grave teniendo en cuenta que son las mujeres las que han estado en la primera línea de la covid-19. Tenemos que las mujeres ocupan el:
- 85% del personal de enfermería
- 70% del personal farmacéutico
- 90% de las empleadas de limpieza
- 85% de las cajeras de supermercados
Después también nos encontramos que el 57% de las mujeres tienen un máster frente al 43% de los hombres. Ahora bien, esto no es suficiente para llegar a los puestos de responsabilidad, donde solo el 21% de los puestos de dirección y cátedras están ocupados por mujeres en universidades públicas.
¿Dónde están las mujeres? Pues tenemos al 74% de las mujeres trabajando a tiempo parcial, y el 94% de ellas lo hacen para poder cuidar de sus hijos o adultos enfermos o dependientes, lo que comúnmente se denomina trabajo invisible.
Y ahora viene lo grave, si “renuncian” a trabajar a jornada completa, están renunciando a una parte de sueldo. Quiero decir, nadie le paga por cuidar, pero cuando ellas sean mayores y no se puedan valer por si mismas, no tendrán la misma pensión que un hombre para poder llevar una vida digna. Así que este es uno de los estereotipos de género más grave que tenemos, dar por hecho que las mujeres nacemos para cuidar y no para desarrollar una profesión.
Si bien es cierto que una cosa no quita la otra, y que cuidar entraña también gran placer en muchas ocasiones, la falta de reconocimiento, al menos económicamente, hace que se agraven las desigualdades, y por eso a mí me lastima de algún modo que no seamos todos feministas, pues me imagino a las abuelas viudas y con una pensión no contributiva después de estar toda la vida trabajando al servicio de la familia y que no alcanzan llegar a final de mes.
Si las mujeres cobran un 30% menos que los hombres y cotizan menos ya que han estado trabajando a media jornada para el cuidado de otras personas, ¿qué calidad de vida les espera en la jubilación? Pues ahí lo tenéis, 826 € de media frente a los 1250 € de los hombres. Esto quiere decir que cuando una mujer se jubila el 30% de diferencia salarial se ha convertido en un 51%, lo que lleva a muchas mujeres a vivir el final de sus días en la pobreza. ¿Te gustaría ver a tu madre pobre por haber dedicado parte de su vida a cuidarte? Si tu respuesta es no, entonces eres un feminista.
Más números donde las mujeres arrasamos, las tareas domésticas. El 77,5% de las mujeres frente al 32,9% de los hombres. Y en cuidado de hijos el 47% frente al 31% de hombres. Por todo esto es tan importante la corresponsabilidad, pues la jornada laboral para un hombre parece que termina cuando sale del trabajo, mientras que la de la mujer es cuando se duerme.
Con todo esto lo que quiero trasladar es que nos queda mucho por hacer, tanto desde el ámbito familiar, escolar, así como la empresa privada y organizaciones públicas. Crear una sociedad más igualitaria nos incumbe a todos, no sólo a las mujeres. Y como decía Simone de Beauvoir “El hecho de que exista una minoría privilegiada no compensa ni excusa la situación de discriminación en la que vive el resto de sus compañeros”.
Apostemos por la igualdad y aprovechemos este 8M para tomar conciencia de todo lo que significa que hombres y mujeres tengan los mismos derechos.
Mónica Seara – CEO Humanas Salud Organizacional
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