A la caza del mamut, cooperación efectiva

Vivimos en una época de cambios. La política y la sociedad parece que han dado un giro a su forma de pensar, pero yo me planteo ¿es esto tan cierto? Los seres humanos seguimos siendo los mismos, con nuestras inquietudes y con nuestros miedos. Esta época de crisis nos ha cambiado, pero ¿tanto como crear un nuevo tipo de sociedad? Yo no lo creo tan radical. Seguimos luchando con nuestros semejantes.

Es cierto que nuestra forma de vida es competitiva. Y lo es de forma natural, ya que en la misma naturaleza se compite por la supervivencia entre especies. La especie que se adaptaba mejor sobrevivía y las demás desaparecían. La presión y el dominio de la especie poderosa hace extinguirse a la menos fuerte. Pero el ser humano desde su origen tuvo que aprender  una cosa muy importante:  con la cooperación era más fácil obtener piezas mejores.  Y así aparecen grupos sociales cohesionados en pos de un objetivo común. Podíamos salir a cazar mamuts y comer todos de él.

Pero con esto no eliminamos la competitividad, ya que en ese momento se transformó de una competencia entre individuos a una competencia entre clanes. Y surgieron las disputas, las peleas y las guerras por un territorio con mejor caza, con pozos más abundantes para el ganado, por tierras más fértiles.

Sí, la competitividad está en nuestra sangre y ahora que no tenemos que salir a cazar mamuts se desarrolla de otras maneras. Un ejemplo es la forma en que la demostramos en nuestros equipos de fútbol. Éstos son los nuevos clanes que generan un sentido de pertenencia, en muchos casos irracional. Hay otros campos en los que sale a relucir nuestra competitividad y nuestro sentido de partencia. El ámbito laboral es uno de ellos.

En nuestro trabajo se nos pide muchas veces ser mejores que nuestros compañeros, tener mejor productividad, ser más efectivos, tener mejores clientes. Demostrar que valemos más y somos más y mejores líderes. Pero no caemos en la cuenta que para que un gran edificio se ponga en pie es necesario un arquitecto y muchos, “muuuuchos” albañiles. En un caso así, si el arquitecto desconfía del capataz y éste, a su vez, no se fía de los albañiles, es muy probable que la construcción de ese edificio sea un desastre. Tenemos que crear relaciones de confianza entre los grupos de trabajo.

De hecho, muchas veces estamos haciendo actos de fe y fiándonos de gente que no conocemos sin darnos cuenta, hasta el hecho de poner nuestra vida en sus manos. Por ejemplo, cuando nos subimos a un autobús, nos fiamos, tenemos fe en el conductor. Damos por sentado que va a hacer bien su trabajo y nos va a llevar a nuestro destino sanos y salvos. En cambio, todos estos actos de “confianza” que muchas veces hacemos con desconocidos nos cuesta muchos más hacerlos en nuestro ámbito cercano. En el trabajo muchas veces vemos a nuestros compañeros como competidores que nos da la impresión de que lo único que quieren es arrebatarnos nuestro puesto de trabajo y nuestros logros. Sale ese cazador primitivo que tiene miedo de que le roben la pequeña pieza que ha logrado y desconfía  de todos los que le rodean y que no se da cuenta que colaborando entre todos, en vez de un triste conejillo podrían tener un mamut para la cena.

Tenemos que re-aprender a cooperar de forma efectiva. Y esto se consigue gracias a la confianza mutua entre todos los miembros del grupo. Cada uno debe de realizar su trabajo con seriedad confiando en el trabajo de los demás. Esto parece un imperativo categórico, pero el trabajo en común se basa en la confianza de que cada uno va a realizar su parte bien hecha y en la obligación personal de hacerla bien para no defraudar ni malgastar el trabajo de los demás.

Desde Humanas Salud Organizacional ofrecemos una nueva visión de la empresa para fomentar actitudes cooperativas y colaborativas. En una organización el individuo es importante, pero lo que crea la estructura es la unión de varios individuos en pos de un objetivo común. Ofrecemos análisis y estudios para mejorar la cooperación y la cohesión del grupo. Un grupo que trabaja en una misma dirección es mucho más efectivo que un conjunto de individuos, cada uno con una meta distinta. Sin olvidarnos de la persona individual con sus propias inquietudes y esperanzas trabajamos por conseguir un grupo cohesionado, con confianza entre ellos para poder sacar adelante proyectos comunes y mejorar la productividad de la empresa.

Vidal Garrido, Filósofo e ITOP

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