Eres de los que, al tocar el despertador por la mañana, se levanta rápidamente y con ganas de afrontar la jornada o, por el contrario, te haces el remolón y demoras al máximo el salir de la cama para ir al trabajo. Esta cuestión, aún a riesgo de que alguien pueda parecerle una broma, es uno de los termómetros que mide la pasión por nuestro trabajo. Tener la voluntad de afrontar el día con excelente actitud es casi tener ganada la jornada.
A veces es difícil combatir la rutina, pero si no le ponemos pasión, nos terminará por ahogar. Por supuesto que en nuestro día hay cosas más apasionantes que otras, unas hay que hacerlas porque sí y otras hasta no son agradables. Pero no dejes que ésas sean las que marquen tu día y tu trabajo. Busca y detecta aquello que de verdad te apasiona, y apasiónate más todavía con ello. El entusiasmo es la mejor medicina para la rutina y para marcar la diferencia, pero nosotros tenemos que poner de nuestra parte.
Quién está fascinado con lo que hace no está mirando el reloj. Sabe que sabe y al mismo tiempo lo que emprende es para él un desafío. Este estado es lo que la psicología (Mihály Csíkszentmihál) denomina “flujo”, se caracteriza por un sentimiento de enfocar la energía, de total implicación con la tarea, y de éxito en la realización de la misma. También se dice que las personas que están en estado de flujo es porque han encontrado su Elemento (Ken Robinson), que en palabras de su autor, lo define como el lugar donde confluyen las cosas que te encanta hacer y las que se te dan bien, es el encuentro entre las aptitudes naturales y las inclinaciones personales.
Para ser feliz, uno debe hacer lo que ama (y si no amar lo que hace) y entregarse a la consecución de su meta apasionadamente y esto en cualquier orden de la vida. Tanto los directivos como los trabajadores de una empresa conseguirán mayor gratificación personal y profesional si afrontan su tarea con pasión y esto significa poner a trabajar su talento a máximo rendimiento.
Si eres de los que tienen dificultades para poner pasión en el trabajo igual toca replantearse el trabajo, como decía Steve Jobs; si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy? Si la respuesta es “no” durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo. Pero si no hay posibilidades reales de cambio laboral, lo que nos queda es un cambio de actitud, te propongo algunos trucos para conseguirlo y de este modo apasionarte con tu trabajo:
- Ante una actitud pesimista, de constante lamento, crea una visión positiva de las cosas. No se trata de un optimismo iluso y desmedido, sino de mantener un adecuado estado vital de ánimo. ¿No estás cómodo en el trabajo? Por lo menos apasiónate por la razón por la que lo haces, puede ser que no ames a la empresa, pero el dinero y sus beneficios serán buenos para ti y tu familia.
- Ante el conformismo, ejercita el espíritu de superación. Esfuérzate en adquirir la formación idónea para realizar tu trabajo en las mejores condiciones y obtener el mayor rendimiento.
- Ante al desinterés y comodidad de quedarme donde estas, propongo tener sana ambición por escalar con el consiguiente esfuerzo, a otros puestos de mayor responsabilidad.
- Frente a la regla del mínimo esfuerzo, sé un profesional responsable.
- Frente a la rutina diaria, ejercita la creatividad para encontrar en el trabajo nuevas facetas y matices, que proporcionen frescura a tu día a día.
- Frente a la pasividad y frialdad, el entusiasmo y la ilusión lo pueden todo.
El primer beneficiado de marcar la diferencia, de hacer las cosas mejor, que tu trabajo sea más imaginativo y entretenido, que tenga más calidad, que resulte menos monótono… eres tú. La satisfacción personal, la autoestima, la ilusión que te genera el trabajo bien hecho y de forma distinta, no tienen precio.
¿Te atreves a apasionarte?
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