Hace algunos años el modelo de las oficinas diáfanas, sin despachos cerrados ni cubículos, comenzó a coger auge en nuestras empresas. Quizás algunos pensaron que si igualaban sus oficinas a las de Google igualarían también la cuenta de resultados, o simplemente el hecho de trasladar aquí lo que está de moda en grandes compañías americanas, porque sencillamente copiamos lo que nos atrae, las tendencias, sin evaluar si en nuestra empresa tiene sentido.
Está claro que cuando cambiamos nuestro espacio de trabajo a este modelo del open-space pensamos de entrada en varias cosas: primero en mejorar la comunicación entre los trabajadores, de esta forma se benefician las relaciones sociales y así la cohesión del equipo, todo esto beneficioso en cuanto al incremento de productividad, y por otro lado, al optimizar el espacio y maximizar la ocupación, se reducen los costes con esta disposición diáfana.
Estos argumentos son muy válidos, pero realmente ¿Es beneficioso el modelo del open-space? Si habéis trabajado en espacios diáfanos seguro que tenéis miles de experiencias que demuestran todo lo contrario, de hecho, a mí me sigue llamando la atención que los directivos tengas sus espacios cerrados cuando el resto convive igual no en ese ambiente tan idílico que se esperaba, cuando otra de las ideas de este modelo era evitar las barreras organizacionales y jerárquicas.
Considero que con los espacios diáfanos hemos primado el aspecto de la comunicación por encima del de la concentración, y ambos son clave para el buen funcionamiento de una empresa, ahora bien, primero yo necesito concentrarme en mi trabajo para poder ser eficiente y productivo, y hablaré cuando lo necesite.
Además, no os resulta gracioso que después enviemos un email para comunicarnos cuando tenemos a la persona delante gracias a ese espacio diáfano, ¿no era para mejorar la comunicación?, lo que sucede es que así dejamos constancia de lo que hemos dicho, porque ya nadie se fía y necesitamos dejar una cadena de emails, con copia a todos y más, para demostrar que nos comunicamos y además hacemos nuestro trabajo.
Bueno, para mí, todo esto va en contra de la productividad y del buen clima laboral. Una persona que me tiene delante y me envía un email realmente me está ofendiendo, aquí todo el sentido del espacio diáfano para mejorar la comunicación se pierde, y además empeora las relaciones, porque habla de la falta de confianza entre los trabajadores.
Por otro lado, en estos espacios diáfanos hay muchas interrupciones, es inevitable que cuando alguien se cruza no nos distraigamos, y ya no quiero entrar en los corrillos que pueden hacerse cerca de nuestra mesa, o las llamadas de teléfono que no cesan, bueno, la llamada en sí puede ser inocua, pero el tono de voz del que contesta el teléfono puede desesperar a todo el departamento, yo he tenido compañeros que no hablaban, ¡gritaban!, y me costaba escuchar a la persona que tenía yo al otro lado del teléfono, eso sí, no les digas que bajen el tono de voz porque ese es el tono natural para ellos, y entraríamos en una discusión.
Ahora pensad en cómo mantener la concentración si tenéis un espacio con ruido, y es fácil llegar a picos de 100db si se cae un objeto pesado, se habla, suenan teléfonos, se arrastran las sillas o muebles, etc…aquí la ley de PRL nos obligaría a poner protectores auditivos, pero claro, nadie se lo imagina en una oficina cuya misión era precisamente fomentar la comunicación.
La contaminación acústica acaba limitándonos nuestra capacidad de concentración, y ello revierte en la merma de productividad, de hecho un estudio publicado en 2013 en el Journal of Environmental Psychology (Revista de Psicología Ambiental), nos hablaba de que la pérdida de productividad debido a la distracción auditiva se duplica en oficinas de espacios abiertos, en comparación con las oficinas privadas.
Es por todo ello que aunque el open-space ofrezca la sensación de estar en una empresa moderna, innovadora, transparente y “cool”, la realidad también perjudica la capacidad de concentración, la productividad, el pensamiento creativo y la satisfacción de los trabajadores. Sin entrar a valorar temas de confidencialidad, que hoy en día está tan de moda y que puede perderse totalmente en alguna conversación mantenida en estos espacios.
Y no quiero entrar en otra de las suscitadas polémicas de estos espacios, el aire acondicionado, que siempre causa más de un conflicto, y que además de eso acaba generando unos procesos gripales que son más fáciles de transmitir al resto del equipo gracias precisamente a esa abertura del espacio.
En definitiva, en un open-space no necesariamente vamos a tener un intercambio de ideas, pero igual sí de cotilleos, lo que nos llevará con gran probabilidad a que surjan conflictos. Sí está garantizada la pérdida de productividad gracias a la falta de concentración que producen estos espacios, lo que suele llevar a la insatisfacción de los empleados. Y no debemos olvidar la pérdida de confidencialidad, que en muchos casos sí es necesaria.
Por toto ello, antes de adoptar cualquier opción de diseño de espacios, es bueno tener presente la cantidad de empleados que tienes, la acústica del lugar, y acompañarte de profesionales que te ayuden a diseñar lo que necesitas, nuestros amigos de Lambda3 pueden ayudarte. Pero sobre todo, antes de dar cualquier paso consulta a los trabajadores, y fomenta unas normas de conducta saludables para trabajar en la empresa, te ayudará tener un grupo de liderazgo capaz de evitar abusos en cuanto a ruidos en el espacio de trabajo.
Y ahora tú decides, ¿Es beneficioso el modelo del open-space? Cuéntanos tu experiencia.