El estrés en las empresas. Cuando apuestas por las personas todo cambia

Debemos entender que somos personas antes que empleados

En más de una ocasión os he hablado del estrés, recuerdo el post “el estrés mata” donde os contaba cómo mi abuela no entendía lo que era el estrés, y como, en cierto modo, era normal para ella no entender esa palabra, ya que Hans Selye publicó en 1950 “Estrés. Un estudio sobre la ansiedad” y es a partir de esa época cuando se comienza a profundizar en este campo, y por mucho que ella fuese coetánea de Selye en esa época la información no se propagaba de la forma que ahora conocemos para que la pobre mujer estuviese al tanto de ese término y de su significado.

Hoy en día, la palabra nos es muy familiar, pero aún estamos en “pañales” ante la aventura del estrés y cómo influye en el Sistema: Hipotálamo – Pituitaria – Adrenal, y no me refiero a conocer cómo funciona y el daño que puede provocarnos a nivel personal, sino a revertirlo y sobre todo a prevenirlo. A fin de cuentas, un médico puede darte una baja por estrés, y sabemos que actualmente en España 1 de cada 4 bajas es por esta causa, y subiendo los indicadores. Pero a pesar de las recomendaciones, es la propia persona la que debe gestionar el estrés, y por ahora no han encontrado cómo eliminar el origen, sólo mitigan como mucho los efectos, pero el origen lo lleva cada uno dentro, y aquí nos perdemos.

El cerebro es un detector de amenazas

La Dra. Sonia Lupien, Neurocientífica, nos arroja luz sobre los factores que desencadenan el estrés. Ella nos explica como cualquiera de estas situaciones: la novedad, la impredecibilidad, la sensación de descontrol y una amenaza para la persona, son de forma aislada o bien conjugadas, los detonantes del estrés.

Estas situaciones de estrés las podemos vivir día a día en el puesto de trabajo, pero también fuera de él, pensemos por un momento lo que está ocurriendo a nivel político y social, las empresas que deciden irse de Cataluña, cómo lo viven sus trabajadores, o cómo afectan las huelgas a la gente que sí quiere ir a trabajar y que teme perder su puesto de trabajo…o cómo sufren las personas que en un minuto se sienten que forman parte de una república independiente y acto seguido se desvanece ese nuevo país.

«El cerebro es un experto buscador de amenazas» 

La verdad es que no quería entrar en política, es un ejemplo actual, y por eso he recurrido a él, porque seguro que más de uno entiende esa sensación de la que le hablo. Lo que quería poner sobre la mesa son otros factores más ocultos a las empresas pero que igualmente debilitan a sus trabajadores, y es que a día de hoy sigue habiendo muchos tabúes sobre algunas de las bajas sí reconocidas por los médicos, me refiero a las de tipo psicológico, a esas bajas en la que el estrés acaba en burnout, depresión, ansiedad, etc… y que además de tener un gran impacto en el absentismo de las empresas, merman la capacidad anímica de la persona aún cuando estas se vuelven a incorporar al trabajo, porque sigue existiendo un estigma social sobre la persona que falta a trabajar y no se saben muy bien los motivos, recurrimos rápidamente a tópicos del estilo “ese es un cuentista” y directamente el clima organizacional se ve afectado por los chismorreos, prejuicios y comparaciones.

Y esta historia viene a cuento porque el otro día llevé mi teléfono a reparar y no estaba el chico que habitualmente me atiende, entonces pregunté cuando era su turno para regresar a otra hora, y cuando volví tampoco estaba. Esta vez pregunté si le había pasado algo, pensando que el motivo sería el alto grado de rotación que tienen las compañías de operadores móviles, y que prefería que me atendiera la persona que lo había hecho siempre. Esto viene siendo como ir al médico, queremos que nos atienda la persona que ya conoce nuestro historial. Mi sorpresa fue cuando me dijeron que se había muerto un familiar suyo y por eso no estaba en el trabajo.

Regresé a los pocos días, aún no había solucionado mi tema con el telf., y esta vez sí estaba él. Me alegré al verle, es un chico eficiente, agradable, educado, profesional…de estas personas que ves que trabajan bien, pero ese día estaba apagado, cumplía con su cometido igual de profesional que las otras veces, lo que pasa es que no brillaba…faltaba esa parte que le diferenciaba del resto.

Le pregunté qué había pasado de forma respetuosa, ya que sus compañeros me habían comentado la pérdida de un familiar suyo, si podía saberse, entonces me dijo que su hermano había muerto con 36 años. También le pregunté si estaba enfermo, y me contestó que no, simplemente se acostó y ya no despertó, su corazón se paró por la noche. Se me erizó todo el cuerpo, le dije que lo sentía, y también le pregunté si su hermano tenía hijos…me dijo que no, y en cierto modo esa noticia me reconfortaba. Le conté que mi madre había muerto dos días después de cumplir los 38 años, y entendía el dolor desgarrador que hace que tus ojos no brillen…que puedas ir a trabajar, pero ser un zombi hasta que comienzas a digerir tal situación.

El estrés en las empresas

Os cuento esta historia porque no es un caso aislado. Todos pasamos por situaciones de pérdidas, pérdidas muy dolorosas que impactan en nuestra alma, de las que cuesta recomponerse, pero que forman parte de la vida. Ahora bien, debemos reconocer que nadie está preparado para afrontar el origen de estas situaciones: perder a un padre, madre, hijo, hermano, pareja…perder el trabajo, divorciarse, un accidente grave…

Son situaciones que nos someten a un gran dolor, y a veces el estrés viene generado por la falta de aceptación y también la falta de empatía de la gente que nos rodea. Y nos toca volver al trabajo después de esos días de permiso, o de una baja, pero a sabiendas de que no eres la misma persona, y que aún no estás fuerte para seguir con la vida, pero la vida continúa… El gran mito es pensar que lo que pasa en casa no nos afecta en el trabajo, tenemos que desvincularnos ya de esta creencia, porque nos hace mucho daño, no sólo a nivel individual sino también a nivel empresarial.

Cuando tiramos del hilo del estrés en las empresas, al final podemos encontrarnos situaciones de este tipo, que poco tienen que ver con el trabajo, pero dónde este se ve también afectado… Desde luego “pasar esa etapa dura” le concierne a la persona. Es uno mismo en sus propias carnes quién lo siente, pero las empresas pueden ayudar mucho en estas fases de duelo, comenzando por darles visibilidad, y dando también la oportunidad a los trabajadores de gestionarlo debidamente. Por qué esperar a que el tiempo lo cure todo cuando sabemos que no es una solución muy acertada… El tiempo mitiga el dolor, pero la cura pasa por el trabajo de cada uno.

Desde Humanas ofrecemos la posibilidad de ayudar a los trabajadores con estos procesos de duelo, y contribuir de este modo a que se sientan mejor…a rescatar el brillo en los ojos de la buena gente, y restaurar el buen clima laboral, porque imaginaros que esa pérdida la sufre un jefe, y que no lo cuenta por no parecer débil ante sus empleados… La ira y la rabia que nos embargan cuando perdemos a un ser querido lo inunda todo, dificultando las relaciones con nuestro entorno. Seguro que te viene más de un ejemplo a la cabeza, te invito a compartirlos y darle a este tema la importancia que merece, porque, a fin de cuentas, sólo acudiendo al origen del estrés podremos mejorarlo.

Mónica Seara. CEO Humanas Salud Organizacional

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Un comentario

  1. Se puede decir más alto, aunque no más claro, aunque creo que él factor cultural de nuestro país influye mucho, tanto en los chismorreos como en la toma de decisiones y poca empatía de las empresas hacia sus trabajadores.

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