El otro día me preguntaba por qué cada día vamos todos un poco más estresados, qué está sucediendo en la sociedad actual que no sabemos gestionar lo que llamamos estrés. El estrés acorta nuestras vidas y no damos con la tecla adecuada para ponerle freno. El estrés mata y no lo digo yo, lo dicen muchos estudios.
“Las personas con altos niveles de ansiedad envejecen diez años más que el resto. Las preocupaciones nos hacen más débiles»
Igual este es el momento de detenerme un poco y explicar qué es el estrés, porque muchas veces tenemos una concepción equivocada del mismo, de hecho os quiero contar una anécdota que sucedió un día que estaba teniendo una de esas conversaciones trascendentales con mi abuela. En ese momento mi padre llegaba a casa con una mala noticia, acababa de morir un vecino “joven” de estrés.
Lo primero que me viene a la cabeza fue, ¿qué significa joven para mi padre?, porque asusta un poco que una persona joven muera de estrés, al preguntarle la edad me dijo que tenía los mismos años que él…pero esto no fue lo gracioso, porque la pregunta que mi abuela le hace es la siguiente: ¿qué es el estrés? ¿es una enfermedad nueva? ¿Pero qué le pasaba a ese hombre?
¿Qué es el estrés?
No daba crédito, mi padre es joven y mi abuela no sabe lo que es el estrés, estos dos deben ser las personas más felices del mundo!!, o al menos mantienen el estrés fuera de su vida.
Era una pregunta clara y directa a la que mi padre contestó: “ese hombre llevaba mucho trabajo y problemas lo que desembocó en un infarto, que le produjo la muerte”. A la explicación le sucedió la respuesta de mi abuela: “bueno hombre! de trabajar mucho nunca se ha muerto nadie!!”.
Y claro, con el tiempo pienso que igual esta visión de mi abuela no la compartimos mucho, porque actualmente sabemos que el trabajo sí puede matarnos, o más bien lo que llamamos estrés en el trabajo, de hecho según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el estrés en el trabajo es el segundo problema de salud relacionado con el trabajo más frecuente en Europa, con casi la mitad de las jornadas laborales perdidas y un coste para su economía de 136.000 millones de euros al año, pero no solo eso, casi el 40% de los accidentes mortales en el trabajo están relacionados con infartos y derrames cerebrales, lo que sí nos hace pensar que el estrés nos está matando.
Pero no quiero desviarme con estos datos alarmantes, retomemos la anécdota de mi abuela, porque ella cuando dice que de mucho trabajo no se muere la gente, lo dice con conocimiento de causa. Pensad que ella vivió la guerra civil, así que mejor momento de estrés que éste pocas personas pueden contarlo, porque la escasez y el miedo de que pudieran matarte a ti o a tu familia estaba muy presente, y después tuvo que emigrar a Alemania para poder ganar un poco de dinero para mantener a su familia, y no se fue a Alemania como vamos ahora, con carrera e idiomas…ella se fue sin nada. En Alemania tenía dos trabajos para poder mandar un poco de dinero a casa, aún así nos cuenta que fueron sus mejores años, ya que dormía en un barracón con cientos de mujeres y podía comer todos los días, sufrió mucho, porque dejó a sus hijos solos, pero su motivación era que ellos no pasaran las necesidades ni el hambre que ella pasó, y eso sencillamente le bastaba para trabajar y sentirse bien con lo que hacía, por eso mi abuela no comprendía esta “moda” del estrés, y en parte tenía razón.
El estrés no es sobrecarga de trabajo
El estrés no es sobrecarga de trabajo o falta de tiempo que es lo que primero que se nos viene a todos a la cabeza, cuando hablamos de estrés. El cortisol es la principal hormona del estrés y para que nuestro organismo segregue cortisol en el torrente sanguíneo, deben producirse alguna de las siguientes circunstancias según la Dra. Sonia Lupien:
- algo que sea una novedad para nosotros
- que sea impredecible
- que sea una amenaza para nuestra persona
- que nos cause una sensación de descontrol
Es evidente que cuantos más de estos elementos conjuguemos mayor será nuestro nivel de estrés, y es cierto que a día de hoy sin salir de la cama confluyen muchos de ellos, por ejemplo: no sabemos quién va a gobernar a día de hoy este país (impredecible), esto nos puede llevar a una sensación de descontrol, y seguro hay muchas personas que se sientan amenazadas en su puesto de trabajo según el partido que gobierne, por no decir que dependiendo de quién gobierne puede ser una novedad para todo el mundo…pero aquí comienza nuestra gestión y lucidez.
Viktor Frankl decía, después de salir del campo de concentración de Auschwitz, “Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos”. Es por esto que admiro a mi abuela, no ha necesitado estudiar psicología para entender que su actitud personal hacia la vida, viviendo los peores escenarios, era vital para llevar con dignidad su día a día. Los alemanes le preguntaban: María, ¿por qué siempre estás cantando? Y ella les contestaba, es para no llorar!! Otro gran ejemplo, nuestro cerebro no procesa al mismo tiempo dos emociones distintas, si cantas estás feliz, no puedes cantar y estar triste…pero si estás triste y haces el esfuerzo de cantar ya todo cambia.
Aprendamos, que por muchas circunstancias externas que nos puedan llevar al estrés, nuestra gestión es vital para que no nos afecte, y no olvidemos, como dice la Dra. Lupien, que el cerebro es un experto detector de amenazas, pero, ¿son todas reales? Debemos pararnos un poco y ver qué es real, qué depende de mí, y qué puedo conseguir si enfoco esa circunstancia de otro modo. Confío que esta historia de mi abuela os sirva para relativizar el estrés en vuestro día a día, y os lleve a cambiar vuestra actitud ante eso que os incomoda, más que nada por vuestra salud! Porque imagino que ninguno quiere morir de estrés, yo de morir preferiría morir enamorada, como lo hizo mi abuela…pero si esta historia la dejo para otra día.
Mónica Seara. CEO Humanas Salud Organizacional
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