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Estrés y Presión. No es la misma cosa

Actualmente utilizamos la palabra estrés o decimos sentirnos estresados cuando trabajamos bajo presión, pero no es lo mismo trabajar con un poco de presión que cruzar la línea y sufrir de estrés.

Trabajar bajo presión tiene varios beneficios y vale la pena analizarlos, porque en muchas ocasiones se necesita esa dosis de mayor exigencia para lograr los objetivos fijados. Entre estos beneficios podemos encontrar:

Aumento de la capacidad de trabajo. Si se sabe que es imperativo completar un número de actividades, es posible adaptarse y comenzar a dar mucho más de lo que antes se había imaginado, una persona bajo presión puede hacer hasta 5 veces más de lo que antes realizaba. Por supuesto que el número de actividades no siempre es suficiente para triunfar, es necesario hacerlo bien.

Representa una forma eficiente de salir de la zona de confort. En la zona de confort todo el mundo se siente tranquilo, sin muchas cosas que lo inquieten, así poco a poco se va cayendo en un gran conformismo. El trabajo bajo presión es capaz de hacer que una persona salga de su zona de confort en forma acelerada, porque cuando no existe otra salida, entonces hay que avanzar por la ruta del Desarrollo Personal.

Aumento de la agilidad mental y creatividad. Los puestos de mayor relevancia en las empresas y en las organizaciones de todo tipo necesitan a personas con una gran agilidad mental, gente capaz de tomar sabias decisiones en situaciones de mucha presión. Al inicio puede ser difícil adaptarse a esas exigencias, pero conforme se va teniendo una gran autodisciplina, llega un momento en que el alto desempeño se vuelve cotidiano.

Paralelamente cabe la necesidad de destacar que trabajar bajo presión es tarea muy difícil y como he subrayado anteriormente es necesario tener un buen control y una fuerte autodisciplina para evitar que la presión se transforme en estrés.

En este último caso, es decir, cuando el estímulo positivo de la presión se transforma en dañino estrés es fundamental tener en cuenta algunas reglas fundamentales para poder gestionarlo:

Moverse. El ejercicio aeróbico es un tratamiento eficaz para el levantamiento del estado de ánimo y para tratar la ansiedad, el aumento de la energía, afilar el enfoque y relajar mente y cuerpo. Para aliviar al máximo el estrés, trate de conseguir por lo menos 30 minutos de actividad diaria, dividiéndola si necesario a lo largo del día.

Elegir alimentos saludables y coherentes con el estilo de vida. El consumo de comidas pequeñas pero frecuentes durante todo el día mantienen un nivel controlado de azúcar en la sangre. El bajo nivel de azúcar en la sangre produce la sensación de  ansiedad e irritabilidad. Por otra parte, comer demasiado puede producir letargia. Además no solo la organización sino también la calidad de la alimentación tiene un peso importante en la productividad y en la gestión del estrés.

Moderar las bebidas alcohólicas y evite la nicotina. El alcohol reduce temporalmente la ansiedad y la preocupación, pero solo es una ilusión visto que estos efectos son temporáneos. De la misma forma, fumar produce un efecto similar, ya que la nicotina es un estimulante poderoso que conduce a mayores, no menores, niveles de ansiedad.

Dormir y descansar adecuadamente. El estrés y la preocupación pueden causar insomnio. De la misma forma la falta de sueño también produce una mayor vulnerabilidad al estrés. En presencia de falta de sueño, se ve comprometida la capacidad de manejar el estrés. Sin embargo, gracias a un buen descanso, es mucho más fácil mantener el equilibrio emocional, un factor clave para hacer frente a la presión laboral y al estrés.

Sabemos que es la presión y también lo que significa padecer de estrés, ahora todo está en vuestras manos.

¿Cómo queréis enfrentaros  a los desafíos laborales?

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  • enero 12, 2015

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