erótica del poder

La erótica del poder (parte 2)

La semana pasada hablaba de la erótica del poder en un artículo muy íntimo donde contaba una historia personal ocurrida en 1997. Si no lo habéis leído, os invito a leerlo también.

Hoy vuelvo a escribir sobre ese poder a través de mi propia vivencia. Pasados algunos años de aquella experiencia de 1997 volví a pasar por otra situación similar en una entrevista de trabajo.

Había cambiado de sector. Ahora estaba en construcción y, como ya tenía algo de experiencia, me llamaron para llevar la dirección de obra en una pequeña empresa constructora. Iba encantada a la entrevista. Era una buena progresión y pensaba que si me llamaban era porque les gustaba como trabajaba.

¡Inocente! Esta es la palabra que más utiliza mi padre conmigo y la odio. Pues allí me planto, feliz con la oportunidad. El puesto de ingeniero director de obra estaba ganado, el sueldo me lo fijaba yo. Simplemente me dijo este empresario «que sepas que el trabajo lleva consigo acostarse con el jefe». ¡No daba crédito! Le dije que estaba casada, que no me interesaba. A lo que él respondió que él también, que así era más fácil. No es que sea inocente, es que encima soy tonta por ser una romántica. ¡Quién cree en el amor pudiendo tener sexo! Otra vez en shock.

Dije que no me interesaba el trabajo, que yo estaba allí por la oferta de director de obra, no estaba buscando nada más. Su respuesta fue que era «un peaje si quería ascender» y que muchas mujeres lo hacen. Dios mío, ¿intenta convencerme? Se acerca a mí y me toca la pierna, ¡qué asco! Le saco la mano y le digo que no me interesa, que ha dado con una de las mujeres que no le interesa ascender o tener trabajo de esa manera. No me he matado a estudiar para acabar así.

No os imagináis lo que me temblaban las piernas cuando salí de allí. Lloraba desconsolada y cuando llegué a casa mi ex marido no lo entendió. No se trata de «ya aparecerá otro trabajo», es que no quiero que una entrevista de trabajo se convierta en una situación de acoso. Estamos hablando del CV ciego para no caer en estereotipos ni desigualdades, pues imaginaos que cuando llegamos a la fase final te dicen que el trabajo es tuyo si pasas por el aro… ¡Y ojo!, que a algún amigo también le ha pasado, y que un hombre le pida a otro favores sexuales también tiene tela. La erótica del poder no entiende de género en algunos casos.

Después de esto me pasé una temporada sin ir sola a las entrevistas de trabajo. Otra vez miedo, y no solo eso, pensaba que sería imposible ascender de puesto. No nos inventamos el techo de cristal como muchos dicen. Sí, habrá mujeres que renuncien. Y es muy lícito, eso es libertad a la hora de elegir tu futuro. Pero otras quieren llegar más arriba y no pueden porque, como os decía antes, el mundo sigue siendo de hombres.

Riesgos psicosociales y salud de la mujer

Tengo infinitas experiencias en este terreno, así que en cierta manera envidio a las mujeres que han tenido una carrera apacible. Pero claro, también puedo empatizar más fácilmente con estos riesgos psicosociales y ver cómo el acoso, mobbing y violencia pueden mermar tu salud, no solo física, sino psicológica. Esta que nadie ve o pensamos que a nadie le importa porque es algo personal pero, en cambio, sucede en el trabajo.

Ahora estoy fuerte para contarlo, pues durante mucho tiempo la vergüenza y el miedo me invadieron. También la falta de comprensión, comenzando por otras mujeres, que son capaces de etiquetarte como “puta” aunque no haya pasado nada. Simplemente porque parece que esa oportunidad ellas no la han tenido, o así lo ven. Esta mentalidad retrógrada afecta tanto a hombres como a mujeres, pues a muchas mujeres sí les pone esa erótica del poder, ya que de algún modo sigue en sus cabezas la supeditación histórica de la mujer al hombre. Amén.

Más adelante, trabajando también en obra civil, tuve un coordinador que pretendía que acudiese a todas sus llamadas. También fuera del horario laboral. La primera vez que me llamó en plan urgente diciendo que teníamos que vernos me asusté. Habíamos tenido una inspección de trabajo y pensé que había pasado algo grave que tenía que contarme. Así que fui a donde me había indicado. Mi sorpresa fue cuando le pregunté qué había pasado y me dijo que estaba muy a gusto conmigo y quería verme.

De nuevo, no daba crédito. Le dije que teníamos una relación profesional, que era mi superior y que había ido porque me había dicho que era importante. Pero que si no tenía que ver con el trabajo me iba. Pues nada, que él estaba convencido de que podíamos estar juntos. También era indiferente que él tuviese pareja y yo también. No sé qué pajas mentales se hizo aquel hombre. Yo me fui, más enfadada que nunca, y ahí comenzó un infierno en el trabajo.

Del acoso al mobbing

Como os vengo diciendo, la erótica del poder no funciona conmigo, así que el pobre hombre recurrió a toda su artillería para vengarse por ser rechazado. A partir de ahí el acoso pasó a mobbing, amenazas… De repente, era una pésima profesional, me pedía cosas fuera de lugar… En fin, que avisé a mi jefe de que no quería trabajar con aquella persona, le conté lo que pasaba y la solución fue… ninguna.

Para sobrellevar aquellos días, algunos de mis compañeros no me dejaban sola con ese hombre acosador. Sin decírselo, ya se habían dado cuenta de la situación. Me veían cómo estaba de alterada y no era normal. Otros, que siempre hay de todo en la viña del señor, me decían que la culpa era mía, pues al llevar pantalones ajustados era imposible no mirarme el culo.

Fue una temporada dura hasta que dije en la empresa que me iba, que yo no podía trabajar bajo esas condiciones. Entonces curiosamente cambiaron al coordinador de obra. Respiré. Pero volvemos a lo de siempre, ¿de dónde sale esa idea de que al tener un puesto o cargo superior puedes hacer lo que quieras? ¿Alguien entiende lo que es la dignidad?

Como hay muchos que piensan que en parte me lo busco yo al trabajar en obra civil, pues ahí solo hay hombres, os diré que no es así. ¿Os preguntáis por qué no hay más mujeres en carreras técnicas? Pues igual porque no quieren pasar por esto, ¿nadie se lo había planteado? Para estudiar algo en lo que sabes las dificultades de ascender, viajar, horarios de más de 10 horas, compartir baño con los hombres -aún no he visto ningún polikling solo de mujeres-, … pues realmente te tiene que gustar mucho tu profesión para hacerlo.

Desigualdad salarial

Después está el tema de los sueldos. Este sector tiene mucha desigualdad porque los variables son los que permiten que así sea. Vale que saldrás con el mismo salario base, pero esa frase «según valía» es demoledora. Así un hombre siempre ganará más. Y, por favor, no me vale que una mujer me diga que gana igual que sus compañeros en obra civil. ¡Está genial! Debería ser así para todas. Pero yo lo he vivido: ganar menos que trabajadores que estaban a mi cargo. Y todo porque ellos eran “cabeza de familia”. Esa era la justificación cuando reclamaba la igualdad. ¡Ni que yo fuese una mantenida!

¿Y qué me decís de ascender en el mundo de la obra civil? Resulta que los modificados y complementarios se firman en los clubs de alterne. Sí, sí, no os escandalicéis. Cuando tocaba esto y mi jefe me decía que no podía ir me sentía mal. Les decía «soy la que más tetas ve al día de todos vosotros, así que no creo que me asuste». Pero nada. Después dicen que a las mujeres no les gusta hacer networking. Pues vamos a ver. Yo no iría a un club para una reunión. Creo que hay otras formas de hacer negocios. Y sí, difieren posiblemente mucho de las de los hombres, que poco tienen en cuenta conciliar. Y algunas pueden rayar en la ilegalidad pero… el poder es el poder.

Podría seguir, pues ahora también tengo experiencias como empresaria. Podemos decir que sigo estando en un mundo de hombres. Aún no he encontrado a una directora general en mi experiencia para poder negociar directamente con ella. En fin, después nos quieren hacer creer que sí hay igualdad, pero quien toma las decisiones sigue siendo hombre, con unas necesidades y motivaciones que difieren bastante de las de una mujer.

Planes de igualdad y protocolos antiacoso

Por todo esto, os sugiero poner en valor los planes de igualdad.

Y que estos no se queden en un cajón. Además, contar con protocolos antiacoso en las empresas. Que las personas sepan qué vías tienen para denunciar el acoso y que la empresa tome medidas. Que no pase como con la chica de Volvo, que tenga que suicidarse para que la empresa entienda lo que es el acoso, el mobbing y el riesgo psicosocial.

Las empresas pierden mucho talento cuando no tienen en cuenta a las mujeres. Y no solo eso, les permitiría ampliar la visión del negocio y, sobre todo, empatizar con todo el mundo.

Queridos lectores y lectoras, imagino que aún estáis con los ojos como platos después de muchas cosas que habéis leído aquí. Y sí, suceden. Por eso, aunque no las hayáis experimentado, la empatía es tan importante.

¿Cómo seguir adelante cuando te pasa todo esto -y más que no os he contado-? Sencillo. Necesito trabajar para poder comer y salir adelante y no tolero que nadie abuse de su poder para manipularme. Y eso es lo que me da fuerza, la libertad de elegir trabajar en lo que quiero y estar con quién yo elijo. Eso es el poder real. No el dinero para supeditar a otros a mis pies, sino la dignidad de actuar conforme a mis valores morales y mantener una ética en el trabajo.

Gracias por llegar hasta aquí. Nunca había contado tantas cosas sobre la desigualdad en el trabajo y el abuso de poder. Todavía existe y no me gustaría que siguiese imperando en esta sociedad del siglo XXI. Por eso lo cuento, para poder poner fin a algo que no hace bien a nadie. Porque todos somos seres humanos y la dignidad debería ser inherente a ello. No somos unos mejores que otros, somos complementarios. Y todos personas humanas.

Mónica Seara – CEO Humanas Salud Organizacional

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