El trabajo hoy en día, es la mayor preocupación de los españoles. En primer lugar los que no lo tienen porque quieren tenerlo. En segundo lugar los que lo tienen, porque muchas veces no satisface todas sus aspiraciones. Nos preocupa tanto si lo tenemos como si no lo tenemos. Es una constante.
El trabajo es una relación entre personas físicas o jurídicas en la que se producen bienes o servicios con una contraprestación económica. Esta es una definición muy fría y que se enmarca dentro de una concepción de las relaciones laborales mercantilista. El trabajo (tiempo invertido y esfuerzo físico) es una mercancía más que se compra y se vende y que produce una plusvalía en el producto final. Otro defecto que tiene esta definición es que no recoge el trabajo sin remunerar como el trabajo doméstico o el trabajo voluntario. Pero es una definición que está en la mente de todos porque ”¿quién no trabaja por dinero?”.
Quizá quien mejor analizó las relaciones laborales en la historia fue Marx a través de su Materialismo Histórico. Marx y Engels primero organizan su pensamiento filosófico a partir del Materialismo Dialéctico indicando que no hay más realidad que la materia, pero que esta materia no está estática sigue un proceso de cambio en el cuál siguen la filosofía de su maestro Hegel y consideran que su desarrollo es de forma dialéctica: la confrontación de dos situaciones opuestas nos lleva a generar una nueva, distinta a las dos anteriores.
Pero Marx y Engels no se quedan en una concepción teórica de la realidad. Su ideal es cambiar la sociedad y por eso, a partir de esta base filosófica evolucionan un pensamiento más social que es el Materialismo Histórico. Se basa también en la fundamentación de la realidad en la materia, pero la historia, al igual que la sociedad, es una ceración humana realizada con el esfuerzo del trabajo. Analizan las relaciones laborales a través de la historia y por ser breve me voy a centrar en tres puntos.
- Mundo antiguo: las relaciones eran de amo-esclavo. El amo no se apropia solo del esfuerzo del trabajador que trabaja para él, sino que también del mismo trabajador al cuál puede comprar y vender.
- Época Feudal: Señor-Siervo. Hay una servidumbre en la que el señor se apropia del excedente del trabajo para su propio beneficio por medio de coacción.
- Capitalismo: Capitalista-Proletario. Nos encontramos ya con un trabajo asalariado en la que el Capitalista se apropia de la plusvalía del trabajo a través de las relaciones de mercado.
Para Marx y Engels la historia no permanece estática va evolucionando. Por eso, desde su dialéctica proponen un nuevo cambio. Son hijos de su tiempo, el Siglo XIX, el Siglo de las revoluciones y proponen como sistema la revolución social. El problema es que los seres humanos somos tan exagerados que estas revoluciones llevaron a situaciones tan atroces como las de los Totalitarismos del Siglo XX.
Hay que reconocer que la situación laboral ha cambiado mucho en el Siglo XX. Ahora tenemos una serie de logros sociales que antes no había: vacaciones, jubilación, baja laboral, seguridad social, etc. Pero todavía nos queda mucho por hacer. Y ¿cómo conseguirlo? Yo propongo un cambio de paradigma. Seguimos en una sociedad capitalista en la cuál se trabaja a cambio de una remuneración económica, por tanto el mercado marca leyes como la de la oferta y la demanda y los logros sociales se consiguen por medio de la “lucha social”. El problema es que en una confrontación siempre hay vencedores y vencidos. Y siempre se pretende presentar ante los suyos como vencedor.
El cambio de paradigma ha de venir por un cambio en el concepto de las relaciones laborales. El trabajo no ha de ser visto como una relación de yo pago y tú obedeces (y esto se da hasta comprando un móvil en una tienda o tomando una caña), sino como una relación de cooperación social. REIVINDICO EL VALOR DEL TRABAJO BIEN HECHO. Tanto por parte de quien lo ejecuta como por parte de quien lo compra. El trabajo es un bien social, mejora la sociedad y a sus componentes. Nos hace sentirnos más a gusto con nosotros mismos y por tanto más felices. Una sociedad sana necesita reconocer el valor del esfuerzo de las personas y que las personas sientan que su esfuerzo no es en balde. Y sin quitar un ápice a la idea que el trabajo ha de ser remunerado adecuadamente, porque todo el mundo tiene que VIVIR, y dejar ya de limitarnos a sobrevivir.
Vidal Garrido, Filósofo e ITOP
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