Debo reconocer que estoy entusiasmada con estas palabras: “pay them more”. Apostar por los salarios dignos y subrayar que nadie que trabaje cuarenta horas a la semana debería estar por debajo del umbral de la pobreza me parece básico.
Esto ha pasado hace unos días en Estados Unidos. Refiriéndose a que los empresarios no encuentran mano de obra para trabajar, el presidente de esta gran potencia, Joe Biden, les dio a todos los empresarios la solución entre susurros: «Páguenles más”.
Estoy encantada porque lo ha dicho el presidente de los EEUU. Porque si lo digo yo, lo siguiente que me dicen es que no pueden aumentar salarios, que a lo sumo potenciar el salario emocional.
Pues voy a contar un secreto:
El salario emocional funciona cuando las necesidades básicas están cubiertas, de lo contrario parece un insulto y una ofensa a los trabajadores.
Me explico.
He visto ya en más de una organización, cuando hacemos evaluaciones de riesgos psicosociales, o incluso en las evaluaciones de clima laboral, cómo algunos trabajadores manifiestan que comen mal porque no les alcanza el salario (y esta es una de las cuestiones entre muchas otras).
Cuando tienes a personas en tu organización que pasan el día con una comida y como salario emocional se incluye fruta en la oficina y un bono para ir al gimnasio porque es bueno para tu salud física, la empresa quiere que su organización sea una empresa saludable pero los trabajadores se toman esto como un insulto, pues lo primero que piensan es que con ese dinero les podían subir el sueldo.
Lo he dicho muchas veces: que a una persona se le pague lo que marca el convenio, es decir, en este caso lo justo, lo que le corresponde, no significa que sea suficiente para llevar una vida digna. Ya no entramos en que a veces los contratos son de media jornada cuando realmente hacen 8 horas.
Tenemos el Salario Mínimo Interprofesional en 950 €. Siendo sensatos. Una persona que viva en Madrid, Valencia, Bilbao, por ejemplo, ¿crees que puede pasar el mes con ese salario?
Parece que se nos ha quedado grabada aquella frase del ex ministro de Fomento y portavoz gubernamental José Blanco que decía que los españoles «vivimos por encima de nuestras posibilidades».
Culpabilizamos a las personas trabajadoras de no saber gestionar sus recursos, las machacamos además psicológicamente diciéndoles que es su responsabilidad, porque gastan más de lo que ganan y encima les sacamos la cesta de Navidad porque la empresa va mal. ¿Y aun así esperamos que estén motivados?
Nos estamos polarizando, y con este individualismo exacerbado que nos traen estos tiempos, añadimos además la crisis, en el que cada cual dice “sálvese quien pueda”, y si seguimos así no se va a salvar nadie. Hagamos caso a Biden.
Debemos tomar consciencia, tanto trabajadores como empresarios, de que salir de una crisis como la que tenemos encima es cosa de todos, no pueden pagar siempre los mismos. Es más, la gente está muy cansada porque venimos arrastrando unas condiciones laborales cada vez más precarias desde el 2007. Y esto se aprecia en el absentismo: desde el 2013 con un 3,5% ha pasado en el 2020 al 8,9% y sigue subiendo.
Toca reiniciar y sumar todos los esfuerzos posibles. Los trabajadores también tienen que esforzarse, pero su parte no es hacer más horas, trabajar más. Yo más bien diría ser productivos… pues también nos encontramos en muchos casos, que esos trabajadores quemados, han optado por la vía del presentismo, del absentismo, de hacer menos porque no me pagan, o poner todos los palos en la rueda a las empresas para salir del bache, y se están haciendo daño a ellos mismos sin saberlo.
Esto lo explicaré de otro modo: hay gente que abusa de los dos lados, tanto empresarios como trabajadores. He escuchado en igual proporción decir «que se joda la empresa» a un trabajador como a un empresario decir «le pago para que trabaje, si quiere más que curre».
Creo que la anterior crisis ha dejado mucho odio entre estas dos clases (trabajador y empresario), con la sensación de que uno robó al otro, pero para cada cual lo hace el otro.
Enzarzados en esta guerra es imposible crear una empresa saludable y humana, pues solo crecerá el odio y las multinacionales acabarán gestionando todo el empleo, con lo delicado que será que no exista competencia, y que ya no puedas irte a otra empresa a trabajar, y en la que te tratan mejor, porque solo existe una.
Parece un discurso muy pesimista, ¿no? Pero tenemos la solución: pagar más. Porque si en algo confluyen todas las encuestas de clima laboral y riesgo psicosocial es que los trabajadores, en el 85% de los casos, se sienten mal pagados.
¿Cómo pagar más a un trabajador? Como decía antes, el salario emocional va cuando las necesidades básicas están cubiertas. Habla con tu gente, consúltales cuánto les gustaría cobrar, mira sus niveles de productividad y plantéales objetivos para cobrar todos más, objetivos alcanzables.
Explícales lo que cuesta producir, que se impliquen en la empresa, que la sientan como suya… que por una vez comiencen a experimentar que si la empresa va bien, a ellos les irá bien. Porque lo que han vivido hasta ahora es que a la empresa siempre le va bien a costa de ellos.
Insisto una vez más, la empresa debe ganar dinero para pervivir en el tiempo. Y esto se consigue gracias a la salud y motivación de los trabajadores, no a costa de su salud. La empresa debe invertir en su gente y en su bienestar para que todo funcione de forma equilibrada.
De lo contrario seguiremos con altos niveles de absentismo, rotación y sin encontrar personas para trabajar como está pasando actualmente al sector de la hostelería.
Y como dice Biden: “pay them more”.
Mónica Seara – CEO Humanas Salud Organizacional
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