Cuántas veces hemos tenido que repetir un trabajo por haberlo hecho demasiado deprisa y en consecuencia mal. No creo que me equivoque mucho, si digo que a todos nos ha pasado alguna vez, ya sea en casa o en el trabajo, que por querer terminar antes hemos tenido que trabajar dos veces.
Te voy a contar varios casos que me han ocurrido en primera persona recientemente, para que te pongas en situación:
“Este verano me mudé con mi familia a una nueva vivienda. Nos tenían que traer un somier, llegó relativamente pronto así que nos pusimos contentos; pero este estado de ánimo duró poco. Cuando lo instalamos, dos de las patas estaban mal soldadas y no asentaban correctamente en el suelo. El resultado fue que tuvimos que devolverlo y esperar de nuevo varios días a uno nuevo. Mientras tanto dormíamos con el colchón en el suelo”
“También compramos un armario nuevo. Cuando llegó uno de los laterales tenía un golpe del transporte y tuvimos que cambiarlo también”
Como éstas sucedieron otras cuantas, pero no voy a detallarlas aquí. Algunos pensarán ¡qué mala suerte!, yo pienso:
“hay un sabio mensaje detrás de cada cosa que sucede, y está en mi voluntad el querer verlo”
Los ladrones de tiempo acaban con nuestra productividad
Pensé en la cantidad de trabajos que se tienen que repetir, el gasto económico que eso supone y el tremendo tiempo perdido. Viviendo en una sociedad donde carecemos de tiempo, lo acabamos desperdiciando con las prisas.
En el ámbito laboral ocurre a menudo que el estrés sumado a lo ajustado de los plazos de entrega convierte el trabajo en una carrera por apagar fuegos.
Pretender entregar un informe que era para ayer, sin dejar de asistir a las cinco reuniones diarias más todas las interrupciones de teléfono, mails, visitas o compañeros, pueden causar cálculos erróneos que conlleven pérdidas de mucho dinero además de tener que volver a realizar de nuevo el trabajo.
Cuando estamos estresados, vamos acelerados, sin control, víctimas de nuestros pensamientos alocados y nuestras emociones desbocadas, sumergidos en una inconsciencia que nos guía directos al error.
Repetir trabajo: trabajar mucho y producir poco
La famosa frase “Vísteme despacio que tengo prisa” asignada a varios personajes históricos como Fernando VII, Napoleón Bonaparte o Carlos III, refleja lo que tendríamos que tener en cuenta para no tener que repetir lo ya hecho.
Caminar despacio, pensar despacio, hablar, escuchar, sentir o comer despacio y en definitiva vivir “despacio”, no hará que bajemos nuestra productividad, sino que el efecto será probablemente el contrario, nos ahorraremos muchos errores, olvidos, malos-entendidos por escuchar a medias y nuestro preciado tiempo.
Filosofía Slow o movimiento Slow
Esto es lo que se conoce como Filosofía Slow o movimiento Slow que pretende reivindicar los valores de saborear la vida y disfrutar de cada instante. Según la Wikipedia, este movimiento nació en Italia, cuando abrieron un McDonald’s en la Plaza de España de Roma y mucha gente reaccionó creando el Slow Food.
Que las prisas no llevan a ningún sitio, es algo que ya nos decían nuestros abuelos y nosotros lo sabemos cuándo escuchamos a esa parte sabía que todos llevamos dentro.
Lo “difícil” es ¿cómo conseguirlo?, ¿Cómo frenar el ritmo que llevamos?, ¿cómo cambiar los hábitos?
Lo primero que se necesita es la voluntad individual de querer hacerlo, tomar el firme compromiso de querer cambiar algo en uno mismo.
Una herramienta para todas las organizaciones
Incluso dentro de una organización, una sola persona puede crear un precedente, pero siempre será más fácil si el compromiso lo adquiere la dirección y RRHH facilitando formación y herramientas para poder aplicarlas durante la jornada laboral.
Hay diferentes prácticas que ayudan a centrarse y a recuperar la calma y el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu y no dejarnos arrastrar por la prisa muchas veces mental.
El objetivo es trabajar despacio, pero despiertos, manteniendo el rumbo, priorizando lo realmente importante sin dejar que lo aparentemente urgente nos acabe ahogando.
Una de las prácticas más de moda actualmente, aunque no por ello es nueva, ya que hace más de 2500 años lo practicaban los budistas, y hace 30 lo introdujo en Occidente Jon Kabat Zinn, es el Mindfulness, demostrado científicamente por sus efectos en la reducción del estrés y los síntomas asociados a éste, tanto a nivel físico como mental.
Beneficios de practicar Mindfulness o Consciencia Plena
Mindfulness o Consciencia Plena es una práctica al alcance de todos. Para las empresas supone una pequeña inversión en formación que está dando a sus empleados herramientas muy potentes para que cada empleado sepa gestionarse su propio estrés, elevar su nivel de autoconciencia y mejorar su bienestar en general.
Los beneficios de practicar el Mindfulness en las empresas son numerosos.
- Mejora la gestión del tiempo
- Aumenta la productividad
- Evita duplicar trabajos por olvidos o errores por no estar presentes.
- Reduce las bajas por enfermedades asociadas al estrés
- Mejora la comunicación y la escucha
- Mejora las relaciones interpersonales
Humanas Salud Organizacional ofrece formación de Mindfulness para empresas que quieran apostar por cuidar la Salud física y mental de sus empleados como fuente de productividad.
Ana Madrazo. Transhumanist Consultant en Humanas Salud Organizacional
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Un comentario
Mi madre decía «vísteme despacio que tengo prisa» y viene a indicarnos precisamente esto. hacer las cosas con tranquilidad aumenta la eficacia. Muy buen artículo Ana.