Hoy vamos a hablar de siete cosas que no requieren talento, y que sin embargo hacen de ti un gran profesional.
Hay siete energías que son poderosas cómo la gravedad.
Son gratuitas. No pesan en la mochila. Se pueden llevar a cualquier lado.
Son hijas de virtudes. Y cómo las virtudes, se cultivan y desarrollan porque sí, no para lograr algo (sí para lograr paz interior), no para ser mejores que otras personas (sí para ser mejores personas). El mismo esfuerzo de ponerlas en práctica se transforma en:
1- ser puntual
2- tener ética
3- tener buena actitud
4- poner energía y pasión
5- estar dispuesto a aprender
6- hacer más de lo mínimo indispensable
7- ser humilde
Vamos a verlas una a una:
1- ser puntual
Ser puntuales significa respetar el tiempo de los demás.
Recuerdo que hace muchos años, en un retiro espiritual, una maestra nos preguntó: “Levante la mano quien esté totalmente seguro de que no ha robado nada en el último año”. Todos levantamos la mano, claro. Doscientos meditadores, personas comprometidas con el desarrollo de sus propias virtudes, con la aceptación de sus propios defectos, comprometidas con las demás personas, etc, etc, etc… Era muy probable que nadie entre nosotros había robado un televisor, una fórmula farmacéutica o dos millones de euros en un banco…
Entonces la Maestra continuó: “Levante ahora la mano quien entre vosotros esté seguro de que no ha llegado tarde a una cita en el último año”.
Nos miramos los unos a los otros, sonriendo: habíamos caído en una percepción limitada de la realidad. Nadie levantó la mano.
Todos habíamos robado algo de tiempo a otras personas varias veces durante un año.
A menudo las personas que no son puntuales suelen serlo con todos y en todas las ocasiones.
Puede sonar feo, pero estas personas están robando en todo momento tiempo a los demás.
2- tener ética
Tener ética no es lo mismo que tener moral.
La diferencia puede que sea sutil: la moral determina qué conductas son adecuadas o esperadas en un determinado contexto, mientras que la ética contempla qué pensamientos y comportamientos son beneficiosos para todos, independientemente del lugar y período histórico.
La moral compartida por un grupo de maestras de colegio de finales del siglo XVIII no es la misma de un grupo de maestras de un cole de hoy. La ética sí puede que sea la misma, en los años de Sócrates cómo hoy en día.
Nuestros pensamientos tendrían que estar en línea con nuestra ética, para que sea la ética la que nos guíe, y no la moral del momento. En los tiempos de los políticos que roban dinero y mienten para protegerse, personas de moral floja y pegajosa, ¿no nos gustaría ver personas enteras cuya vida se rige sobre un sistema ético inquebrantable?
3- tener buena actitud
Tener buena actitud es un acto de fe hacía la vida. Pase lo que pase, si es más importante lo que pasa respecto a cómo decides tú reaccionar, significa que en tu vida no sabes gestionar tu emociones. Hace años conocí a un hombre inteligente bueno y luminoso que después de cambiar su actitud respecto al cáncer, fundó una asociación para ayudar a las demás personas a descubrirse en su enorme grandeza, a conocerse para reconocerse, a gestionar las emociones con sabiduría. “No es importante lo que te pasa en la vida, sino lo que haces al respecto” era justo lo que él decía. Y no puedo más que estar totalmente de acuerdo con él. Los antiguos chinos decían “Si tienes un problema y lo puedes solucionar, porque te quejas? Si tienes un problema y no lo puedes solucionar, porque te quejas?” Esta es la buena actitud!
4- poner energía y pasión
La vida es movimiento, acción, explosión, creación.
Si hacemos algo, pongamos fuerza y vitalidad. Son contagiosas. Son expresión del Amor.
Implica transformar nuestro alrededor. Poner energía y pasión en lo que hacemos nos transforma en embajadores de un mensaje importante: que la vida merece ser vivida con Amor. Que no hay acción que no se pueda hacer con alegría, entusiasmo, intensidad. Que no hay trabajo que no despierte entusiasmo. Al fin y a cabo es una cuestión de quererlo. De voluntad. De auténtico poder mental. Con lo que dura la vida… ¿de verdad no vas a poner pasión en tu vida?
5- estar dispuesto a aprender
En la vida no paramos nunca de aprender, si lo permitimos. Es el continuo aprendizaje lo que nos hace más sabios y también más sensibles.
Cuando estamos dispuestos a aprender nos decimos a nosotros mismos que todavía tenemos espacio libre para nuevas experiencias, para nuevas emociones, para nuevos pensamientos. Es un acto de humildad, de fe, de alegría.
¿Has aprendido ya a estar contigo en la soledad? ¿A quererte? ¿A decir “no”? ¿A reconocer tus necesidades? ¿A soltar, a dejar ir, a liberarte de las personas y de las relaciones? ¿A controlar tus emociones y tu mente?
6- hacer más de lo mínimo indispensable
¿Que gusto da cuando vemos a alguien trabajar con pasión y entrega?
¿Y que gusto da sentir que estamos haciendo algo con pasión?
Cuando alguien hace más de lo mínimo, es porque lo que está haciendo no es algo que hay que hacer, es algo que quiere hacer (aunque lo tenga que hacer, sí).
Hacer más de lo mínimo nos convierte en personal trainers de nosotros mismos. Nos convierte en coach. En entrenadores. Hagamos más de lo mínimo (cada uno tiene su idea de mínimo) en lo que sea. Estamos limpiando el baño? Pues limpiémoslo mejor de lo que imaginamos. Pongamos más amor cuando cocinamos. Entreguemos más sonrisas a lo largo del día. Cuando hacemos más de lo mínimo, el regalo de esta acción no es para los demás, es para nosotros.
7- ser humilde
Tu Ego te define todo el tiempo, desde que has nacido. Y lo hará hasta que mueras. Define tu persona (y de esta forma contribuye a crear tu persona-lidad) a través de la continua definición y separación de lo que está fuera de ti. De la realidad. Supuesta realidad. Te pone en el centro de todo, porque realmente tu Ego trabaja para ti, no para los demás. Está bien, es una tecnología fundamental para la construcción de nuestra identidad. Igualmente, sabiendo cómo funciona, podemos entrenarlo para que no se sobreactive (que es cuando vemos egoísmo y egocentrismo, auténticas inflaciones del órgano Ego).
Recordemos que nuestro tiempo aquí en este cuerpo es limitado. No somos nada. No somos nadie, tampoco. Tenemos la ilusión de personificar alguien por unos años o décadas. Nada más. Somos cómo hojas de un árbol. A punto de caer al suelo, y comenzar un nuevo ciclo para nutrir a otros.
Si crees que no tienes talento te invito a que practiques estos siete principios, porque el talento no está reñido con ser un gran profesional.
Alberto Simoncini – Gestión de las Emociones
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