¿En alguna ocasión te has levantado contento para ir a trabajar un lunes? Tal vez en tu primer trabajo, o en aquel que tanto deseabas y por el que tan duro trabajaste, y que por fin lograste. Las casi 600 personas del auditorio Axa La illa de Barcelona esperan que empiece la conferencia: hoy voy a hablar sobre cómo las empresas pueden organizarse y liderarse de otra forma, poniendo a las personas en el centro (people centric). Todo empieza con una cuestión: ¿quién quiere ser feliz en su vida? La mayoría, por no decir todos, levantan sus manos. Así es, el ser humano aspira a ser feliz. Pero surge la siguiente pregunta: ¿quién es feliz en su trabajo? Ahora apenas un tímido 15-20% se reconocen allí. Cambiamos el tiempo verbal: ¿quién desearía ser feliz en su trabajo? Un 70-80%. Al terminar las conferencias siempre busco a algunos de los que en esta pregunta no han levantado la mano, y básicamente me encuentro con dos respuestas: no creen que sea posible o solo buscan un salario y consideran que la felicidad en el trabajo no es importante.

Mi experiencia repetida con este pequeño juego siempre arroja resultados similares. Queremos ser felices en nuestras vidas, pero apenas lo somos en el lugar de trabajo, donde curiosamente transcurre más del 50% de nuestra vida consciente. Y yo me pregunto cómo podemos tener una vida feliz si desperdiciamos la mitad de las oportunidades. Eso significa aspirar como máximo, a la mitad del potencial de felicidad que tiene una vida. Los datos nos arrojan que la mayoría desea ser feliz en el trabajo, entonces, ¿dónde están las barreras?, ¿qué pasos se pueden dar para avanzar en ese camino?, ¿qué papel juegan empresas y directivos? o ¿cómo conectar la felicidad con el mundo empresarial?

La felicidad es una emoción que se produce en una persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. En esta definición tan sencilla podemos encontrar algunas respuestas. La emoción es la chispa que mueve a la acción al ser humano, la energía que mueve a las personas y al mundo entero. ¿Qué desea una empresa o equipo? Mover personas y recursos hacia la consecución de un objetivo, lo que conecta claramente con “alcanzar una meta”. Tal vez el elemento diferencial que aporta trabajar con la felicidad en el trabajo radica en la última palabra marcada, «deseado”, lo que expresa la voluntad de las personas involucradas por andar ese camino y alcanzar dicha meta.

Cambiar el castigo por el logro de objetivos

Tradicionalmente se han gestionado organizaciones y equipos a través del miedo a ser despedido, a no ganar una retribución variable, a no ser reconocido para una posible mejora salarial o una promoción, a un cambio de turno laboral o a una movilidad a un puesto peor. Estas son algunas de las formas que han sustituido al “látigo” para que las personas obedezcan y trabajen lo máximo posible. Con ello se han logrado grandes hitos, algunas veces con elevados precios pagados por ello, pero mi experiencia me dice que cuando la mayoría de las personas de una organización o equipo realmente desean alcanzar un objetivo, consiguen cosas maravillosas.

¿Cuántos ejemplos hemos visto de esta magia? Desde los hermanos Wright venciendo en la carrera por volar frente a consorcios económicamente más potentes y profesionales, hasta el nacimiento de gigantes como Google, Apple o Facebook que aparecieron y se desarrollaron en sus primeros pasos guiados por un sueño, un deseo profundo. La pasión y la voluntad humana se demuestran una y otra vez más poderosa que cualquier látigo, y además es ecológica para todas las partes implicadas.

Un mar de dudas al respecto sacude a empresarios, directivos y organizaciones. ¿Para qué trabajar en la felicidad en el trabajo? ¿Qué beneficios reportará a la empresa? ¿Nosotros somos los responsables de que los trabajadores sean felices? ¿Cómo se construye este camino? ¿Por dónde empiezo? ¿Cuál es mi labor y que habilidades tendré que desarrollar? Mil y una cuestiones que actúan de freno y excusa.

Implementar la felicidad en la empresa es rentable

Como director general de Infojobs, empecé a usar internamente el término “felicidad en el trabajo” en el año 2010, y una vez comprobamos que trabajar en esta línea no solo era ecológico para las personas, sino que también generaba excelentes resultados empresariales y resultaba beneficioso para los propios directivos y mandos, empezamos a mostrarlo al mundo empresarial, y empecé a acompañar a personas, equipos y empresas en este proceso, lo que me permitió verificar que se puede desarrollar en cualquier entorno que lo desee.

Hoy puedes encontrar multitud de informes de prestigiosas empresas y organizaciones (London Business School, Gallup, Forbes) que nos hablan sobre las mejoras que se logran en innovación, ventas, rotación, bajas laborales, producción, compromiso, satisfacción de cliente, atracción y fidelización del talento, trabajo en equipo, y un largo etcétera. Ahí tendríamos las primeras respuestas para la parte empresarial, unos efectos que repercuten directamente en mejores resultados. ¿Quién no desea todo esto para su organización?

Los trabajadores ya han expresado su deseo de entrar en un proceso de estas características. Una vez se sumergen en él descubren que hay mucho más de lo que se imaginan. El entorno potencia el aprendizaje y el desarrollo individual y grupal, porque cuando alguien es feliz con algo lo cuida y se entrega en su desarrollo, y sin darse cuenta han cambiado también sus vidas. Para los directivos y mandos, que ante todo son personas, se les abre la oportunidad de desplazar su liderazgo hacia la influencia, la motivación y la facilitación, ocupando por fin el lugar que les corresponde, o ¿has visto en algún partido de fútbol donde los entrenadores o los directivos del club bajan al terreno de juego a tirar un penalti? Todo ello repercute en equipos más autónomos, unidos y responsables, con una labor de liderazgo más que de mando para los managers y directivos, lo que a su vez resulta más ecológico para las vidas de las personas que hay detrás de estas figuras.

Estamos en tiempos super VUCA (volátil, incierto, complejo, ambiguo) que ahora llaman BANI (quebradizo, ansioso, no lineal, incomprensible). Parece que han venido para consolidarse en nuestras vidas. Las barreras de los negocios se difuminan y la competencia entre empresas se extiende. Según un estudio UB sobre el impacto de la covid-19 las personas tienen miedo y esperan un cambio. ¿Vamos a seguir liderando las empresas y personas con los estilos del pasado? ¿Hasta dónde serán válidos? ¿Qué precio pagaremos por ello? ¿Otras empresas emprenderán ese camino antes que la tuya y ganarán una ventaja competitiva? El momento actual nos brinda una gran oportunidad para el cambio y veo cómo las empresas a las que acompaño florecen con el camino de la felicidad en la empresa ¿Qué vas a hacer tú? ¿Cuál será tu cambio para crear futuro? ¿Quieres que te ayudemos a lograr ese cambio? Te contamos más sobre nuestra certificación de empresa humana y saludable.

Jaume Gurt – Conferenciante, formador y experto en transformación cultural

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