El lunes pasado estaba comprando comida en el pequeño supermercado situado a unos 200 metros de donde vivo. Es el super a donde siempre suelo ir a hacer la compra y pertenece a una conocida cadena de distribución. Cada vez que hago la compra observo con curiosidad como la mitad de los trabajadores están alegres y trabajan con una sonrisa en su rostro y la otra mitad, por el contrario, está siempre con mala cara, tristes y aparentemente enfadados.
Quiero contarte esta historia real para que podamos reflexionar juntos sobre el poder de las palabras, de los pensamientos, de la intención.
Este lunes necesitaba comprar un par de berenjenas y un poco de perejil para preparar en casa baba ghanush, un plato típico de la cocina árabe-mediterránea a base de berenjena, tahini (una pasta hecha a base de semillas de sésamo molidas), ajo, aceite de oliva, zumo de limón, sal y perejil.
Es muy fácil y rápido preparar baba ghanush así que más o menos cada semana está en mi mesa. Lo he hecho tantas veces que podría prepararlo con los ojos vendados.
Normalmente la fruta y la verdura la compro en una frutería que hay enfrente del supermercado, pero aquel día estaba todavía cerrada por vacaciones, así que no tenía otro remedio que comprar todo en el mismo sitio.
Cuando vi que el perejil estaba en mal estado, viejo y un poco pocho, avisé a la persona que estaba trabajando en la zona de fruta y verdura y le pregunté si había perejil fresco.
Me comentó que probablemente no pero que tenía que comprobarlo. Por cómo se movía y por el tono de voz con el que me habló entendí que no tenía ganas de estar allí. Este chico aquel día pertenecía a esa mitad de trabajadores que caminaban tristes por su centro de trabajo.
Di una vuelta para comprar otras cosas y cuando volví a la zona de la frutería pude ver que él estaba todavía allí. Me miró en una fracción de segundo y continuó con sus tareas como si yo no estuviera allí.
De alguna forma mis orejas le escucharon decir «Que no, que no voy a comprobar si está el perejil. No tengo ganas, ¿no ves que estoy ocupado?»
Sabía que si no hacía nada me quedaría sin mi deseado perejil. Sin ese ingrediente mi baba ghanush no sería el mismo. Y aquel chico seguiría con aquella cara, sin ilusión ni ganas.
Aquel perejil estaba pocho como su estado de ánimo. Había que tirar el viejo y dejar espacio para el nuevo.
Entonces me acerqué a él y le pregunté:
Acto seguido se fue. En unos segundos estaba de vuelta con un enorme manojo de perejil fresco, crujiente, verdísimo.
Sumamente agradecido le contesté:
Y él, con una sonrisa grande que enmarcaba toda la cara me contestó:
Es fundamental para nuestra salud mental y emocional que volvamos a ver las personas a nuestro alrededor. A percibir sus emociones, sus estados de ánimo. A imaginar sus sueños, sonrisas y lágrimas. Todos somos UNO, la división es una ilusión.
Y una empresa que ignora un colaborador sin ilusión es como una mano que ignora un dedo herido.
En mi pasado he realizado muchos trabajos diferentes y algunos de ellos se acercaban poco a lo que había soñado. Pero en aquel momento tenía que trabajar y punto. Recuerdo que en algún caso hubo jefes o cargos superiores que fueron capaces de inspirarme y hacerme entender que lo más importante no es lo que hacemos, si tomamos conciencia que lo que hacemos fuera lo estamos haciendo en nuestro mundo interior. En otros casos no recibí inspiración de otros, así que aprendí a despertarla en mí. La actitud se puede elegir en cada momento. Y aquí viene la sorpresa ¡ES GRATIS!
Esta mañana fui con seis botes pequeños de baba ghanush al supermercado para que los probaran.
Él chico que me ayudo estaba de turno y le dije:
De forma general todos necesitamos encontrar un sentido a todo lo que hacemos. Cuando no lo conseguimos nos encontramos un poco más perdidos. Cada mañana debes preguntarte ¿Para qué vas a trabajar cada día?
El sentido del trabajo el ser humano lo vincula con la palabra OPORTUNIDAD – Victor Frankl
Las personas que encuentran sentido en sus trabajos están más motivadas, son más productivas, tienen mejor salud y son más responsables.
Alberto Simoncini – Gestión Emocional en procesos de Cambio Profundo, Duelo, Fase Final de la Vida
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Por tanto, vamos a trabajar para ser mejores personas (más allá del salario, que también) :-)