Hace unas semanas hablaba en este mismo blog del coste que tienen la siniestralidad laboral en nuestro país. Ahora quiero hablar del coste del absentismo laboral. Y aludo a William Thomson Kelvin para conducir mi articulado sobre este tema. Este físico y matemático británico dijo en el siglo XIX:
“Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”.
Definición de absentismo laboral
El absentismo laboral es toda aquella ausencia o abandono del puesto de trabajo y de los deberes anexos al mismo, incumpliendo las condiciones estables en el contrato de trabajo. También puede ser definido como toda ausencia de una persona de su puesto de trabajo, en horas que correspondan a un día laborable, dentro de la jornada de trabajo.
En España, la regulación jurídica del absentismo laboral se encuentra en el Estatuto de los Trabajadores aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo (B.O.E. 29/03/1995).
Existen diversos tipos de absentismo:
- Absentismo justificado: es aquel en el que la empresa está informada de la ausencia, permisos legales retribuidos, enfermedad común con baja, accidentes de trabajo con baja, permisos para asuntos propios, horas comité de empresa.
- Absentismo sin justificación que suponen una falta o abandono del puesto de trabajo sin autorización de la empresa.
- Absentismo presencial (presentismo): es aquella forma de absentismo en la que el empleado acude a su trabajo, pero dedica una parte del tiempo a tareas que no son propias de la actividad laboral.
Medir el absentismo
Ahora que tenemos claro qué es el absentismo nos toca medirlo. ¿Por qué no medimos el absentismo? ¿Sabemos por qué falta la gente al puesto de trabajo? ¿Somos capaces de cuantificar en ese absentismo la falta de motivación y los conflictos laborales?
En Humanas hemos creado una calculadora para poner de manifiesto los costes del absentismo laboral, diferenciando entre el absentismo relativo a la desafección del personal, al que es por causa justificada. Y cómo no, después el que se debe a un accidente y a una enfermedad.
Estamos en ese punto de “lo que no se mide no se puede mejorar” y nuestra experiencia nos muestra que dentro del absentismo justificado se encuentra un absentismo que nos pone de manifiesto desafección del personal y mal clima laboral, puede ser poco comparado con el de enfermedad común, ahora bien, se gestiona de forma muy distinta.
Una vez que tenemos estos datos, que hemos medido, que tenemos un punto de partida, y en ocasiones un histórico, es hora de mejorar. No se puede justificar que el sector tiene esa tasa de absentismo, que estamos en tendencia al alza y no se puede hacer nada.
Dejemos las excusas a un lado. El absentismo es un indicador de salud y bienestar en la organización, si lo ignoramos y no hacemos nada es difícil que nuestra organización mejore.
Algunos datos sobre el absentismo laboral
Si miramos el último informe de Adecco, la tasa de absentismo laboral se duplicó durante el confinamiento, pasando del del 5,5% en 2019 hasta el 6,3% en el primer trimestre y el 8,9% en el segundo trimestre del 2020, especialmente por las bajas de incapacidad temporal.
Sabemos que la covid-19 ocupó el 68% de las bajas, según un informe de Infojobs, pero otros aspectos como las responsabilidades familiares (37%) o las enfermedades psicológicas (21%) también fueron motivos de ausencia.
Este informe también nos indica que el 27% de la población activa tuvo problemas físicos (dolores musculares o problemas de visión) con motivo del teletrabajo. Sin embargo, las personas que teletrabajaron han cogido menos bajas (7%) que los que siguieron en su puesto habitual.
De este informe también cabe destacar que 1 de cada 2 encuestados afirma, además, haber sufrido problemas de carácter psicológico durante este último año: estrés, ansiedad o falta de motivación.
Todo esto lo que nos muestra es que como individuos estamos perdiendo la salud, pero si el trabajo merma nuestra salud se produce un efecto devastador para las empresas, y es que estas no son productivas, y por tanto sostenibles. Sin trabajadores sanos no hay empresa que funcione.
Digamos que es de sentido común que la empresa invierta en la salud de sus trabajadores, pues está más que demostrado, y así lo concluye el Foro Económico Mundial, que una empresa que fomenta en la salud y bienestar de sus trabajadores es cuatro veces más productiva, retiene más talento, es más creativa e innovadora y logra el compromiso de sus trabajadores.
¿Somos conscientes de lo que supone la falta de salud y motivación en nuestra plantilla?
Creo que aceptar que no estamos gestionando bien nuestro capital humano es doloroso para quien asume esa responsabilidad. Pero aceptar que no podemos seguir funcionando como hasta ahora si queremos que las cosas cambien también forma parte de esta responsabilidad.
Por un lado, tenemos la tendencia al alza tanto de la siniestralidad laboral, como hemos visto en este artículo sobre «el trabajo o la vida», así como del absentismo laboral, que queda reflejado en esta gráfica.
Sabemos que la covid-19 ha disparado el absentismo, pero la tendencia que traíamos después de la anterior crisis no era buena, y si reconocemos que las crisis no hacen otra cosa que enfrentarnos a la incertidumbre y el miedo, podemos prever que el estrés y absentismo seguirá creciendo, al menos que las condiciones relacionadas con el trabajo mejoren.
Imagino que, llegados a este punto, y después de reflejar que deben mejorar las condiciones y organización del trabajo muchos pensarán que eso es imposible. Imposible porque están pensando en un coste, no en una inversión en salud.
¿Invertir en salud es un coste?
En lugar de emplear el término coste, que ya nos predispone a dejar de escuchar cualquier aportación valiosa, vamos a darle la vuelta y plasmar lo que estamos perdiendo en términos económicos en nuestras empresas por no gestionar adecuadamente los riesgos psicosociales y la salud de nuestros trabajadores.
Decíamos anteriormente que tenemos unas tasas de absentismo del 8,9%. Las contingencias comunes tienen un coste para la empresa, para el Estado (Seguridad Social) y, desde luego, para la persona que lo sufre. Pongamos el ejemplo (ver gráfica) de una baja por contingencia común de un trabajador que está 30 días de baja y cuya base reguladora es de 59,51€.
Como podemos comprobar, hay un coste directo que asume la empresa y la Seguridad Social por estar esa persona de baja, pero también tenemos un coste indirecto o coste de oportunidad cuando una persona está de baja. Este coste puede parecernos difícil de cuantificar, sin embargo, podemos usar las estimaciones empresariales, y así tenemos valores que oscilan entre 1,8 y 4 veces los costes directos.
A partir de todos estos datos podemos concluir que los costes asociados al 8,9% de absentismo son:
COSTE SEGURIDAD SOCIAL 10.053,97 M€
COSTE EMPRESA 9.536,46 M€
COSTE DE OPORTUNIDAD 96.985,80 M€
Si sumamos todo esto nos sale un coste total de absentismo de 116.576,23 M€.
¿No es curioso que gastemos más en absentismo que la inversión que hacemos en salud?
Este coste del absentismo nos supone el 10% PIB, mientras que en el 2019 invertimos en salud el 6% del PIB.
No es que sea caro invertir en salud, es que nos cuesta más no tener salud. Estamos perdiendo dinero y además estamos enfermando, estresados, desmotivados, etc. Todo lo contrario de lo que necesitamos para salir de esta crisis, que es una fuerza laboral saludable y motivada, creativa.
Decía la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo (EU-OSHA), a través de su Proyecto Promoción de la Salud en el Lugar de Trabajo indica que por cada 1 € invertido en promoción de la salud se obtienen entre 2,5-4,8 € de beneficio.
Apostar por empresas saludables
¿Por qué nos cuesta tanto crear empresas saludables? Debemos tomarnos en serio apostar por la salud y bienestar en el trabajo, como inversión a largo plazo, para ser sostenibles en el futuro y productivos en el presente. Pero también, porque la esperanza de vida aumenta, y a no ser que tengas más de 60 años, el resto no sabemos cuándo nos jubilaremos.
Ante esta situación a las empresas se les genera el desafío de conseguir que su población laboral llegue en el mejor estado posible al final de su etapa laboral con el fin de mantener la productividad de su trabajador durante este periodo.
El envejecimiento activo y saludable nos concierne a todos en el presente, debemos cuidarnos hoy para seguir saludables en el futuro. Todo ello será beneficioso para la empresa, pero también para la Seguridad Social. Entre todos debemos promover la salud como eje para la sostenibilidad de nuestro sistema, no solo de nuestras empresas.
Si quieres saber las propuestas que tenemos en Humanas para la gestión del absentismo puedes consultarnos en info@humanas.es
Mónica Seara – CEO Humanas Salud Organizacional
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